En tinta roja

Volear y bolear

El deporte ha dado y sigue dando para grandilocuentes metáforas, para brillantes hallazgos del lenguaje y, todo hay que decirlo, para monumentales despropósitos. Sirva este, ya antiguo, de ejemplo: años atrás, hablando de un partido de fútbol en el que no se había producido ningún gol, era habitual escuchar al comentarista decir: El marcador permanece inalterable. Pues si es inalterable, ¿para qué juegan?

No vamos, sin embargo, a dedicarnos hoy a inventariar errores, sino a hablar de dos verbos. El primero es volear, que en su acepción principal significa ‘golpear algo en el aire para impulsarlo’. Se utiliza normalmente en fútbol, cuando un jugador golpea el balón que viene por el aire, sin dejar que bote. Del verbo viene el sustantivo que define esa acción: volea.

El verbo bolear, y quizá de aquí venga la confusión que a veces se da entre uno y otro, tiene que ver con bolas. Lanzar las boleadoras que utilizan los gauchos argentinos para inmovilizar a las reses es bolear, como también lo es lanzar las bolas en cualquier juego en el que se utilicen. 


Para entendernos: si lanzamos unas bolas, tanto da si son pequeñas, grandes o medianas, en cualquier juego, estaremos boleando; si nos viene un balón por el aire, u otro objeto, y sin dejar que toque el suelo lo golpeamos para impulsarlo, estaremos voleando.    


PS: En México, bolear es también ’embetunar el calzado, limpiarlo y darle lustre’.